DOCUMENTO: La confesión de Matthei en caso espionaje “Pido perdón a los que les he fallado”.

Transcripción de fragmento del libro “Piñera versus Mattehi”, de Carolina García de la Huerta y Francisco Javier Piriz; por Henzo Lafuente – La confesión de Evelyn Matthei respecto al caso llamado “Piñeragate”.

1 de noviembre

Como no hay regla sin excepción, el domingo 1 de noviembre [de 1992] El Mercurio publicó una entrevista de Raquel Correa a Sebastián Piñera, en la cual el senador, desoyendo la orden impuesta por el Tribunal Supremo de Renovación Nacional – la cual prohibía a los militantes hablar sobre el espionaje telefónico- dio como un hecho que la cinta fue conocida previamente por gente de su partido. Al preguntársele si él tenía la convicción fundada de que mucha gente sabía lo que iba a pasar en el programa “A eso de…”, Piñera responde que sí, “fundada en testimonios, en evidencias, en antecedentes y en reconocimientos. Y en re-co-no-ci-mien-tos. Hay gente que ha reconocido ante mí haberla escuchado”.

2 de noviembre

Las declaraciones de Sebastián Piñera fueron dinamita; una vez más la prensa llevó la presión al límite… Pero esta vez sin dejar escapatoria. Evelyn Matthei reaccionó enérgicamente y pidió de inmediato al Tribunal Supremo de su partido que levantara la prohibición de formular declaraciones; ella quería “decir algunas cosas”… Su enfurecimiento fue a tal punto que declaró públicamente que pasaría algún tiempo antes de volver a hablar con Piñera. Su tono era amenazante y su intención entonces era hablar, contar detalles internos del partido que acabarían-según ella- con la carrera política de Allamand y Piñera. Quería hacer notar que el presidente de Renovación Nacional le debía demasiados favores al senador, especialmente de índole económica.

Pero con su bravata Evelyn no llegó lejos. La habitual reunión de comisión política de los lunes no tuvo nada de habitual. La primera reacción de los allí presentes fue criticar duramente a Sebastián por haber abordado el tema prohibido en la entrevista con Raquel Correa. Pero Allamand decide hacer uso de la palabra para dejar mudos a todos los presentes. “Si ustedes supieran lo que Rivadeneira y yo sabemos no criticarían a Piñera. La verdad es mucho más grave… Nosotros tenemos una bomba de racimo en nuestras manos, de insospechadas consecuencias… No voy a dar nombres ni detalles pero puedo asegurar responsablemente que hay personas importantes del partido involucradas…Por favor confíen y dejen esto en nuestras manos”.

Y así lo hacen. Sin pedir detalles, sin preguntas, la comisión política lo único que pidió a la mesa fue hacer que se encargara de dar a conocer la verdad lo antes posible, a lo sumo en tres o cuatro días más.

3 de noviembre

El vértigo vuelve a tomar parte en esta historia. El 3 de noviembre, se produjo un amargo desayuno en la casa de Ricardo Rivadeneira, el cual fue fijado una semana antes, cuando en reunión de mesa directiva del partido Espina, secundado por Ossandón, señaló que la situación no daba para más, que no se podía seguir trabajando en un equipo donde había gente que sabía lo que sucedía y gente que no. Cristian Correa, entonces tesorero del partido, fue emplazado con dureza; reaccionó molesto, se paró y se puso su chaqueta como dando por terminado el encuentro. Pero Espina no lo soltó. Correa -entonces- aceptó tener una reunión privada exclusivamente con la mesa directiva para contar todo. Y así lo hizo.

La historia comienza a aclararse; el silencio mantenido por más de setenta días se hacía insostenible. La presión era inaguantable, había que darle una salida, causando el menor daño posible. Esa semana Evelyn Matthei decidió hacer una declaración pública.

Nadie sabía qué pretendía decir Evelyn… ella cambiaba sus versiones constantemente, pasaba de ser una víctima envuelta en llanto a una fiera con Allamand, Espina y Ossandón; decía que Allamand era un sinvergüenza, que se iba a ir con él a las espaldas. Allamand, mientras, estaba dispuesto a ayudar a la diputada a sacar una buena versión, una versión que él sabía que tenía que cumplir con el cruel requisito de dejar contentos a los “duros” e intransigentes Espina y Ossandón.

5 de noviembre

El jueves hubo una importante reunión en las oficinas de Carlos Reymond, quien llegó junto a Correa y Rivadeneira a un principio de acuerdo, el cual fue puesto en conocimiento de Allamand telefónicamente y que habría sido considerado como “ideal” por el presidente del partido.

Esa misma noche de jueves en el departamento de Palumbo se juntaron Ossa, Correa, Allamand, Reymond, Rivadeneira y la Matthei para afinar el acuerdo y revisar la declaración. La reunión comenzó como a las ocho de la noche.

La falta de consenso y el reloj fueron caldeando los ánimos.

Correa era partidario de una confesión parcial, pero avalada por la directiva, e insistía en que su participación no fue más allá de dar dos consejos, “hablen con Ricardo Claro y con Miguel Otero”.

Ossa, quien entendía que la situación era inevitable, se mostraba especialmente sensible con el tema militar. Por ningún motivo quería que se mencionara que la cinta había sido proporcionada por un capitán. De paso, hizo sentir que su participación en los hechos radicó sólo en llevar a cabo lo que Evelyn y Correa le pidieron que hiciese.

Palumbo, mientras tanto, intentó conseguir un gesto de caballerosidad por parte de Ossa y Correa para que fueran ellos quienes asumieran una mayor cuota de responsabilidad salvando a la diputada.

Evelyn Matthei poco a poco se fue deshaciendo, a tal punto que fue necesario llamar a su marido Jorge Desormeaux para que tomar parte en la reunión. Estaba furiosa por el hecho de tener que pagar tan caro una decisión errónea, tomada en un momento en que se sentía dolida por las palabras de Sebastián a su amigo Pedro Pablo Díaz. También expresó su malestar por el hecho de que mientras otros conflictos habían sido acallados políticamente -como el caso de la financiera [clandestina] “Cutufa”- a ella la dejaron sin escapatoria.

Rivadeneira insistía en que el único camino era decir toda la verdad, incluso pasó el mensaje que días antes le diera el ministro Chaigneau: los personeros de Renovación Nacional debían dejar de mentir, si no lo obligarían a dictaminar algunas incomunicaciones. Pero la opción era otra, una verdad parcial.

En el departamento de Palumbo se realizaban reuniones paralelas, algunos en el living, otros en el escritorio, también en la terraza. En un aparte, Allamand le pidió a Rivadeneira que dejara de insistir en la importancia de la verdad. Primero, porque no tenían la verdad completa y segundo, lo relevante a esas alturas era conseguir una salida, una confesión de los propios involucrados que evitara que fuera él quien tuviera que entregar todos los antecedentes a la justicia y a la opinión pública.

Allamand estaba dispuesto, entonces, a que fuera una confesión atenuada de los hechos, sin mayores detalles, que fue en definitiva el tenor del primer borrador que se elaboró. Un borrador deliciosamente ingenuo e inverosímil, que pretendía hacer creer una versión en la cual Evelyn había recibido y escuchado la cinta, pero la había devuelto desinteresada. Con el episodio Claro-Megavisión ella no tenía ninguna vinculación.

Allamand revisó el borrador, y convencido de que jugaba contra el tiempo y de que la verdad total podría significar mayores quiebres dentro del partido, dio su visto bueno. Incluso más, aseguró poder convencer de la bondad de esa declaración a Espina y Ossandón, arreglar con el Gobierno y bajar el perfil al tema. Pero quedaba un punto pendiente: si la declaración lograría detener a Piñera y su afán por la verdad completa, lo que Allamand no se atrevió a asegurar. Fue entonces cuando la propia Evelyn exigió la presencia de Piñera, para que él mismo aceptara el acuerdo.

A esa misma hora el senador se encontraba comiendo en el restorán “El Club” con el senador Ignacio Pérez Walker, los diputados Alberto Espina y Jorge Morales, su abogado Miguel Schweitzer y Jorge Mitarakis; todos comentado las últimas novedades en torno al espionaje. Fue cerca de la medianoche cuando por su celular lo llamó Allamand, “vente urgente y anota”, le habría dicho el presidente de RN, señalándole la dirección del departamento de Palumbo.

6 de noviembre

Fue poco después de las doce de la noche, cuando Piñera llegó. Todos se reunieron silenciosamente en torno al senador, esperando que él diera lectura y lo apoyara. Pero fue su gesto y las arrugas que se formaron en su frente las que primero delataron su disconformidad. Piñera rechazó de plano el borrador por inverosímil, insistió en que aquella versión no se sostenía por sí sola. Agregó que era una versión donde todos los involucrados, quienes habían destruido su candidatura, estaban quedando como reyes. Él quería la verdad completa, y ya llevaba más de dos meses esperándola.

Allamand lo emplazó a que los ayudara a encontrar una salida. Ossa, bastante nervioso, le sugirió a Piñera que el acuerdo le convenía, ya que aunque sabe que le hicieron daño, el escándalo se iba a olvidar y él perfectamente en cuatro u ocho años más podría volver a optar por una candidatura presidencial. “No se han dado cuenta que me cagaron la vida, mi familia, el infierno que hemos tenido que pasar…” exclamó el senador, entre garabatos de grueso calibre, situación que por un minuto amenazó con terminar el encuentro a golpes, pues Ossa tuvo que contenerse ante lo que consideró “graves insolencias de Piñera”.

“Piñera y Allamand hicieron un aparte con mi marido, cuenta Evelyn, y le dijeron que no era necesario que yo fuera al sacrificio sola, pero que las cabezas de Correa y Ossa tenían que rodar de todas maneras. Les dije que no, que eran unos maricones y unos traidores, que se fueran a la mierda, que después iban a decir mira a esta desgraciada, mató a estos dos y era ella la culpable”.

Piñera señala que Evelyn estaba dispuesta a asumir toda la responsabilidad, a lo que él se negó porque no le correspondía. “Ellos querían una declaración suave, unos para salvar el pellejo, y otros por el partido. Y yo ahí, por primera vez, me enteré de la existencia de un capitán de Ejército y de que ella había recibido y entregado la cinta”, cuenta Piñera.

A esas alturas Evelyn, ya no confiaba absolutamente en nadie y se debatía entre la euforia y a calma. No estaba para tomar ningún tipo de decisión.

En este tipo de negociaciones difíciles al principio todos tienen buena intención; después empiezan a surgir los conflictos de intereses y las agresiones mutuas. Luego viene una etapa de segunda reflexión y si al final no hay acuerdo, terminan a garabato limpio. Y ésta no fue la excepción.

Ya cerca de las tres de la mañana y tras el fracaso de las negociaciones, Evelyn Matthei se retiró.En tono amenazante habría señalado que ella horas más tarde, ese mismo día viernes, se dirigiría donde Chaigneau y le contaría todo.

Lo que la diputada omitió decir entonces fue que su presencia ante Chaigneau ese día viernes 6 no obedeció ni a su bravura ni a su cansancio. Simplemente había recibido una citación para concurrir a los Tribunales de Justicia.


Temprano en la mañana del viernes, Evelyn Matthei fue con su marido hasta la casa de Fernanda Otero para llamar a Rivadeneira. Ella creía que el teléfono de su casa estaba intervenido, así es que decidió no hacer la llamada desde ahí. Una vez reunida con Rivadeneira partieron a la oficina de Carlos Reymond. Allí Evelyn le habría dichoa Reymond que se sentía sola, desamparada, que su gente la abandonó y que necesitaba que él y Rivadeneira la acompañaran a declarar donde Chaigneau.

“En el intertanto llamé a Evelyn recordándole que había que respetar el pacto que habíamos hecho los dos, que yo la venía acompañando en el silencio durante setenta y cinco días y que ella no podía ir a declarar sin que yo fuera al mismo tiempo”, señala Ossa. Pero la verdad parece ser otra. Ossa -al igual que Evelyn- estaba citado a declarar ante el ministro Chaigneau aquel viernes 6 de noviembre.

Llegaron a los Tribunales la Matthei, Rivadeneira, Reymond y Ossa. Evelyn entró primero y le contó todo a Chaigneau, menos que la cinta la recibió de manos de un capitán de ejército. Según cuenta la diputada esa fue una sugerencia de Rivadeneira y Allamand, quienes fueron de la opinión de que esa información debía verificarse con el Ejército antes de ser entregada a la justicia. Ese secreto -eso sí- se guardaría sólo hasta el lunes siguiente. Otras versiones indicaron que la reserva del cargo y el nombre no tuvo otro objeto que intentar negociar durante el fin de semana con el Gobierno.

A la salida de los tribunales decenas de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que, por largas horas la estuvieron esperando para interrogarla, se le fueron encima.

-¿Usted conoció con anterioridad la grabación del senador Piñera?

-Mañana les voy a contar todo.

-¿Puede afirmar que no hay nadie de su partido involucrado?

-Eso lo hablaremos mañana.

-Con esta entrevista con el ministro, ¿se sacó un peso de encima?

-También hablaremos de eso.

Ese mismo día viernes en la tarde, Allamand citó al Tribunal Supremo del partido, organismo al cual se le hizo una completa relación de los hechos, agregando que llegar a esas instancias finales de la verdad había sido un largo, difícil y trabajoso camino. Una vez concluida la cuenta, el Tribunal acordó aplazar cualquier decisión a la espera de la declaración que tenía que hacer Evelyn Matthei al día siguiente, y que estaba siendo preparada por Roberto Palumbo.

7 de noviembre

Porque faltaba aún el paso más duro para la diputada: reconocer públicamente su participación en los hechos. El sábado 7 de noviembre llegó tarde a la sede de Renovación Nacional.

Se atrasó corrigiendo tres cosas de su declaración: dudó en dejar el párrafo en donde renunciaba a su precandidatura; quiso incluir a Andrés Allamand en los agradecimientos y -finalmente- a petición de Miguel Otero, tuvo que eliminar la frase en la cual ella decía que lo había consultado bajo secreto profesional. Otero no quería que su nombre saliera difundido en toda la prensa y los canales de televisión a lo largo y ancho del país. Más tarde, él lamentaría profundamente esa decisión.

Evelyn pasó directo a una sala de conferencias repleta de periodistas. Se sentó, dijo que no iba a responder a ninguna pregunta y comenzó a leer su esperada declaración.

“Asumo plenamente mi responsabilidad en este lamentable episodio y pido perdón a Sebastián Piñera y muy especialmente a su familia, a los militantes y dirigentes de Renovación Nacional… y a todos aquellos que depositaron su confianza en mí y a los cuales les he fallado.

“Desde este momento renuncio a mi precandidatura presidencial, y me pongo a disposición de Renovación Nacional para contribuir, desde cualquier sitial, a reparar el enorme daño que sin querer contribuí a generar.

“En particular, quiero agradecer a don Sergio Onofre Jarpa, hombre y político ejemplar, quien respaldó lealmente mi precandidatura, debiendo por ello soportar duras e injustas críticas…

“También quiero expresar mi agradecimiento a cinco personas del partido: Fernanda Otero, Roberto Palumbo, Andrés Allamand, Ricardo Rivadeneira y Carlos Reymond, quienes hicieron un gran esfuerzo por reestablecer la unidad interna, demostrando un especial cariño por el partido…

“Por último, mi gratitud más profunda para mi familia, en especial a mi marido, quien me ha aconsejado solidariamente, sin hacer preguntas, a lo largo de este verdadero calvario, que ha sido el hecho más duro y difícil que he enfrentado a lo largo de toda mi vida”.

Terminó visiblemente quebrada, llorando. Rápidamente se paró para hacer abandono de la sala y dirigirse hacia otra oficina, pero en el trayecto tuvo un duro altercado con una periodista que se le acercó para hacerle unas preguntas. Nada había entonces de aquella Evelyn dulce, cálida y transparente. El amargo trago recién sorbido habiá dejado huellas claras en su rostro. También en su mal ánimo; estaba fuertemente ofuscada. Incluso reaccionó violentamente cuando una militante cercana a Andrés Allamand se le acercó para abrazarla. Quienes la vieron entonces la recuerdan absolutamente fuera de sí, gritando que no descansaría hasta castigar a quienes se encargaron de filtrar las mil y una informaciones que salieron a la prensa durante aquellos largos 76 días de silencio y mentira.

FUENTE: http://www.apocatastasis.com/sebastian-pinera-la-confesion.php#axzz2a5h0rfHS

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