Estoy en estos momentos, esperando la ultima franja noticiosa wingka, he estado colgado a ellas desde las 10 am, donde informaron la muerte de un peñi en Ercilla, en las faldas del Cerro Chiguaigue, a casi 3 horas de donde me encuentro, el peñi estaba “prófugo” dijeron, luego aclararon “esperando el resultado de un recurso de nulidad” con “medidas cautelares“, sea uno u otro, el resultado es el mismo, un peñi muerto en el medio de la nada, de madrugada con dos balazos de escopeta de grueso calibre en el pecho, asesinado a mansalva, con la cobardía de los mercenarios, con la estupidez de los indignos que se ponen al servicio del poder para matarse matando, de los que no tienen bolas, ni espíritu, ni cerebro, ni valor para hacer algo distinto, tal como en dictadura dirán algunos de nuestros hermanos chilenos, bueno, algo tenemos en común, sus 17 años de dictadura nos emparentan en nuestros ya 201 años de violaciones y asesinatos.
La ignorancia, la prepotencia y la estupidez hecha ministro, diputado o senador, confirman el hecho con una tibia vehemencia mientras, anuncian el acuerdo tomado para llevar a cabo los procesos de consulta requeridos en el convenio 169, suscrito por chile en el año 2008, 5 pasos que a primera vista se ven interesantes y prometedores (claro, atraerían si no hubieran de por medio 5 siglos de mentiras).
Definitivamente el Estado de chile tiene un solo norte, no existen coaliciones, bandos, ni “alianzas” ni “nueva mayoría” que dé cuenta de una mirada distinta, menos esquizoide y calculista cuando de proyecto de sociedad hablamos, pues mientras se toman estos acuerdos sobre “consulta”, avanzan tramitaciones legales relativas a patentes de semillas, rediscusión del decreto 701 sobre fomento forestal, para duplicar la cantidad de hectáreas en manos de forestales (necesario para nutrir los bolsillos de 3 familias de chile, las mismas que hoy tienen militarizado Chiguaigue y que negociaron la “ley Longueira”), se aprueban leyes Hinzpeter y ley “mi cabo”.
Y la gran pregunta que surge es ¿cómo compatibilizaran sus intereses con esta “consulta”?.
Definitivamente duplicar a 6 millones de hectáreas la cantidad de cultivos de pino y eucaliptus en Chile chocará con las comunidades, al igual como chocará el Complejo Hidroeléctrico “Pilmaiken” (con 3 represas, pensadas desde mediados del 90 ), y la construcción de termoeléctricas, aeropuertos y puertos, la privatización de las semillas y la ley Longueira, Hinzpeter y cualquier otro apellido cargado de chilenidad.
En definitiva, todas, absolutamente todas las leyes y proyectos que el wingka
instale, afectaran de alguna forma al pueblo nación mapuche y otros pueblos hermanos, y ¿qué harán en esa situación?¿consultaran?, ¿pondrán en juego su proyecto de sociedad, dejando la posibilidad abierta y en manos de una horda de indios salvajes, flojos y borrachos, sin dios ni ley que les pueda rechazar sus ideas autodestructivas sobre el “desarrollo”?, no lo creo.
Mientras espero, recuerdo las palabras de Correa Sutil, de Harboe, de Espina, y recientemente Chadwick, en enero y veo que sus amenazas se han convertido en verdad, tal como las de Saavedra, Trizano y otros, después de sus amenazas, que observan el desenfreno del espíritu policiaco y represivo del Estado Chile, donde la muerte de Rodrigo es una amenaza, una clara amenaza para todos quienes quieran enfrentarse al poder, ya nadie puede llegar tranquilo a su casa a menos que sea un yanacona o un mercenario, hoy el control territorial se vuelve una alternativa tremendamente necesaria para vivir al menos tranquilos, y entonces pienso en las palabras de los antiguos que nos hablaron del dinamismo Mapuche, que parte de nuestra vitalidad se debe a que sabemos convertir la amenaza en oportunidad, que aprendemos del winka a tomarnos sus trincheras, como sus caballos, ovejas y perros, como sus museos y hospitales, sus plazas y calles, sus organizaciones, partidos y federaciones, los conocemos mejor que ellos mismos, y eso los aterra, tendremos que seguir adaptando nuestra lucha para seguir siendo en la tierra.
Mientras pasa la hora, los días, los años, la sensación es indescriptible e intuyo, compartida por miles, vamos sintiendo una rabia que bordea la ira, que comienza a comerse la sangre y volverla oscura, negra, espesa.
Que empieza a enroscar los dedos y mostrar los nudillos, esa sangre que como el mercurio, busca a otras sangres igual de espesas para ir forjando nuestro destino sin necesidad de reconocimientos timoratos de autoridades cobardes, nos comunicamos en el silencio, nos juntamos en la micro, en el paradero, en los diarios, leyendo y sintiendo historias comunes a todas y todos los despreciados de esta sociedad hecha por unos pocos.
Todos los expulsados del destino, el resto, los que nos sabemos futuro conjunto, los que nos sabemos miles, como las estrellas en el firmamento, esparcidos por la madre tierra para alegrarnos en su alegría, sabemos el significado de su lluvia, esta lluvia que inunda los caminos, las vegas y humedales del wallmapu impregnado de olor a leña, lluvia que nos limpia el cuero, que nos limpia el odio y lo convierte en orgullosa morenidad, en potente morenidad plagada de posibles.
Los cuentos que nos relatan episodios de inviernos bajo la zaranda, por lo general están sumidos en una luz tenue que absorbe lentamente, tal como nuestra atención, nuestras certezas de niños y niñas.
Mientras se tuestan las semillas en la callana y el mate nos entibia las costillas, escuchamos a los abuelos y abuelas que nos contaron y nos cuentan incansablemente historias de peñi y lamngen que se iban y se van, se lanzan a la guerra, que agarraban decididos su trarilonko, su pilwa, y witrapurawe en mano, salían para no volver más algunos, mientras otras tenían su propia guerra acá, sobreviviendo para no morir, en las entrañas del invasor.
Ellos y ellas también nos contaron que la muerte, es solo una etapa más en el proceso de la vida, que ella es parte de nuestra composición, que así lo hizo la naturaleza y chaw ngenechen en su infinita sabiduría, que la dualidad es regencia necesaria para nuestra existencia y proyección mas allá de nuestra materialidad, y que nuestra sangre debe volver a nuestra madre para nutrir otros brotecitos que nacerán para que no muramos nunca, y que ellos aprenderán de nosotros en tanto sepamos hacer historia en nuestro camino, que la vida del Mapuche no se rige por los cánones wingkas y su aversión a la muerte con imágenes infernales, sino por el contrario, nuestra vida y nuestra muerte deben ser vividas con orgullo pues nuestros ancestros nos miran desde el wenu mapu, nos hablan y habitan entre sueños y nos acompañan mientras caminamos, corremos, conversamos o descansamos, que entonces nunca estamos solos y que tenemos un rol que cumplir a la altura de nuestro linaje, heredero de los espíritus más puros que tocaron la tierra, esta misma tierra junto con wanglen hace mas de 4 mil años.
La muerte es para nosotros aliento de vida, es reflejo de nuestro desafío, es tarea por cumplir; hoy, a nuestra lista de desafíos se suman los cuatro luceros que nos orientan en el despliegue de nuestras fuerzas, el wingka no sabe donde estamos, desconfía, envenenándose día a día con el miedo de tenernos en su caballeriza, aprendemos, mejoramos, regresamos, venceremos.
Rodrigo hoy sigue peleando y entrenando en otras tierras, sigue cultivándose con otros en la palabra y el pensamiento, vive para nutrir nuestros combates próximos, regresa a purrunear con nosotros y nosotras en los nguillatun, kollagtun y pentukun, se vuelve ejemplo para los que como yo, vimos en la tele y en la calle un día, pequeños, aun brotando, hermanos y hermanas nuestras peleando por nosotros, y la sangre de nuestras venas explotó reconociéndose en los ojos negros de los que como nosotros eran despojados, comprendimos el despojo, preguntamos invocando lágrimas en cada historia.
Sus balas no nos asustan, estamos hechos de tiempo, de noche, de paciencia y resistencia.
Termina la franja noticiosa, la muerte de Rodrigo Melinao Licán duró 15 segundos en la televisión wingka, pero eso no nos importa, estamos pasando a la ofensiva, estamos haciendo justicia y ya no nos vencerán. Weuwaiñ!.
Por Pável Guíñez Nahuelñir, Sociólogo, especial para SICNoticias.cl