OPINIÓN: Los estudiantes no estamos con Bachelet, no a la operación legitimadora de la concertación. Por Sebastián Farfán.

Existen imágenes que quedan grabadas en el inconsciente popular. Sin temor a exagerar, hemos presenciado una de aquellas imágenes que por su contenido simbólico, han de quedar registradas en la mente de muchos, sobre todo de aquellos que han participado en las movilizaciones estudiantiles desde el 2006 hasta la fecha.

Decenas de “ex dirigentes” estudiantiles acompañan a Michelle Bachelet. Entre ellos destacan en primera línea Karol Cariola, Camilo Ballesteros y Camila Vallejo. El simbolismo de aquella imagen señala a la opinión pública que la movilización estudiantil y su espíritu se vuelcan a la espalda de Bachelet.

Desde hace un tiempo estábamos alertando de los intentos de relegitimación que iba a buscar el bloque dominante. Dentro de ellos sin duda la mejor carta para retomar el control es la Concertación hoy revestida de Nueva Mayoría, con la figura de Michelle a la cabeza. En esta lógica resulta fundamental para el bloque Concertacionista sumar a nuevos rostros que les permitan recobrar mayor legitimidad y dar coherencia al débil relato de una “Nueva Mayoría”.  Por esta razón el Partido Comunista en esta ocasión resultaba tan apetitoso a los ojos de la Concertación.

Hace unos años Edgardo Boeninger en un dejo de honestidad que se saluda, señalaba que la principal tarea de la Concertación había sido generar una “operación legitimadora” que permitiese que los chilenos aceptasen el modelo ya sin la carga negativa que le daba la figura de Pinochet. Haciendo una analogía podemos señalar que el rol que han asumido en este escenario este bloque de “ex dirigentes” estudiantiles no es sino el de una “operación legitimadora” hacia la Concertación, o sea hacia los gobiernos que han trabajado gustosamente para los Luksic, los Matte, Angelini y el capital internacional.

Resulta inexplicable el cuento del lado bueno de la Concertación y que hoy estaría haciendo disputa a la interna de este conglomerado. A no ser que creamos en los cuentos de hadas, todos sabemos que en la historia y la política, los bloques y grupos se mueven por intereses y motivaciones  de clase. La Concertación al privatizar el cobre, generar el financiamiento compartido, las leyes de acreditación y financiamiento, vender el agua y tantos otros, no solo se movía por ideas, sino sobre todo por intereses. ¿Dónde estuvo ese lado bueno todos esos años? ¿Por qué no rompieron con la Concertación? ¿Cómo aguantaron más de 20 años?   La idea de una amnesia prolongada no es sustentable.

La Concertación y todo lo que representa no es homologable al movimiento estudiantil, sino que más bien es su antagónico.  A las almas que gustan de los juegos de palabras típicas del posmodernismo, no les gusta que hablemos a nombre del movimiento estudiantil, prefieren quedarse en las “diferencias sanas” y en un movimiento descafeinado. Para no decir verdades señalan que nadie puede hablar a nombre de nada y que por tanto lo que representa el movimiento estudiantil no es “patrimonio de nadie”.

Sin embargo el 2011 y la lucha de miles de jóvenes por todo Chile tiene un hilo rojo, profundo y que dio inicio a un nuevo momento político. A través de movilizaciones y luchas constituimos un programa de transformaciones radicales para el país,  legitimamos nuestra lucha con tomas, marchas, protestas y alegría. Revolucionamos Chile y de pasada al movimiento estudiantil en sus entrañas. Todo ese contenido rebelde es inabordable por parte de Bachelet y por eso mismo para ella resulta más fácil sacarse fotos con los “rostros” que hacerse cargo del programa que levantamos el 2011, y que para ellos resulta imposible.

Aquel que intentó frenar y detener con llamados a la cordura y la calma ese movimiento, es el mismo que hoy se pone sonriente al lado de Bachelet.

 El movimiento estudiantil, con sus miles de jóvenes que lucharon y luchan en las calles, con sus cientos de jóvenes que fueron detenidos y apaleados, con sus representaciones artísticas y colores, no está con la Concertación, no está con Bachelet.

Esta es la incomodidad que prefieren no abordar.

La juventud que se ha sabido levantar no necesita ser vagón de cola de nadie, sino que más bien necesita saber representarse a nivel político, asumir un cuerpo y con eso hacerse cargo del gran desafío pendiente que tiene este Chile que se levanta por todos los rincones, que no es sino levantar una nueva alternativa política.  Esa nueva alternativa debe saber superar los estrechos márgenes de la política de lo posible a que nos condenaron los tristes años de la posdictadura.

No se trata de subir al “Titanic” de esta clase política y más encima en tercera clase, sino más bien se trata de atrevernos a crear lo que hoy no existe. Crear una herramienta para estremecer Chile.

 

Sebastián Farfán, ex dirigente estudiantil, actual candidato a diputado por el Movimiento Tod@s a la Moneda en Valparaíso.

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