Muchas veces nos hemos preguntado: ¿qué cosa celebra el pueblo en los días llamados del 18 de septiembre?
Algunos y sobre todos los burgueses, nos dicen: “celebramos nuestra emancipación política, nuestra independencia como república”.
Mas en realidad de verdad, la clase proletaria no tiene ninguna libertad ganada con el cambio operado en Chile el 18 de Septiembre de 1810.
Si alguna libertad tiene el trabajador, ella es, la de morirse de hambre, vivir en la miseria o pasar toda su vida en el presidio.
Para que veamos bien estas cosas, para analizar su realidad, debemos alejarnos un poco del fanatismo que nos empuja a creernos emancipados y a considerar como nuestra la independencia de la República.
Nada, pero nada, tiene que celebrar el pueblo proletario en esta fecha, porque su libertad aún no la ha conquistado.
Los que verdaderamente se emanciparon del yugo español fueron los ricos, pero no por sus esfuerzos, sino por los esfuerzos y sangre de los pobres.
Los pobres eran pobres bajo el yugo de la monarquía española, y pobres son todavía, bajo el yugo de la monarquía chilena, llamada por sarcasmo república libre.
Entonces, ¿qué celebran los pobres?, ¿la emancipación de los ricos chilenos sobre los ricos españoles?
Abre tus ojos, pueblo, y verás la verdad.
La libertad no la tienes y debes prepararte para conquistarla.
Lo que hay de verdad, miradas las cosas sin pasión, es que un grupo de ambiciosos de poder y de dinero y que hoy son llamados “padres de la patria”, armaron a los esclavos de la colonia para hacer la revolución y una vez vencedores ellos se apoderaron de la dirección de los pueblos y del dinero.
Desde que se proclamó la república, los impuestos y las contribuciones han ido aumentando asombrosamente hasta llegar a formar hoy día una renta de más de ciento cincuenta millones de pesos anuales, que se la roban y la malgastan entre los favorecidos y los ricos.
¿Qué toca al pueblo de toda esa renta creada en esta república independiente?
La metralla y los sables, el patíbulo y las cárceles que con ese mismo dinero, arrancado a su trabajo, se le tiene preparado como premio, cuando intente reclamar justicia.
Los proletarios que se precien de serios, estudiosos y amantes de la emancipación del pueblo, deben comprender que es sumamente pernicioso contribuir a celebrar una fiesta que marca una nueva jornada de esclavitud para el pueblo.
Es pernicioso porque la ignorancia hace creer al pueblo que en esos momentos se olvidan las diferencias entre ricos y pobres, que al rico le conviene porque así narcotiza por algún tiempo al pueblo; pero los trabajadores pierden porque al calor de esos momentos los ricos aprietan más las cadenas con que nos oprimen.
¿Qué patria tenemos nosotros que no poseemos un solo pedazo de suelo, ni un techo donde descansar?
¿Qué libertad tenemos nosotros que no podemos andar, comer, gozar, ni trabajar sino bajo el peso de leyes abrumadoras y pesadas?
¿Que celebramos entonces?
Luis Emilio Recabarren S.
El Proletario. Tocopilla,
16 septiembre, 1905