Hace pocos días un trabajador se quemó a lo bonzo en la capital y sus palabras contenían un mensaje doloroso y cierto: “Nos tratan como Animales”. En el norte del país hoy están en huelga de hambre cuatro compañeros portuarios; este sábado, en el puerto de Valparaíso, murió un trabajador por falta de seguridad y no hace un par de meses otros dos, allí mismo, sufrieron la amputación de un pie y un brazo, por las mismas causas.
Cuando los administrativos (meros asalariados, por cierto) se convierten en perros guardianes de sus patrones, la cosa se pone negra para aquellos obreros que asumen como propia la lucha de todos los trabajadores y ese el caso de los del puerto de Angamos, donde los que debieran estar atentos a otras fases de la producción, más que hacer sus labores se han dedicado al soplonaje para lamer la mano que les paga el sueldo.
Ahora que los medios apuntan y enfocan la atención de la opinión pública a los resultados del mundial de fútbol, parece inconducente entrar en una huelga de hambre para denunciar con esa desesperación los abusos, ya que la sensibilidad patriotera alcanzó un punto inigualable al escuchar el Himno Nacional a capela. Deberíamos creer, entonces, que a nadie le podría importar, después de tan magno cántico, saber si los cinco hijos de Franklin tienen para comer o no, incluso se podría sentir como un despropósito el escribir sobre la huelga que los compañeros del norte realizan desde hace ocho días en la catedral de Antofagasta. Pero ese foco intencionado tiene forados y compartir las luchas no se opone a lo que a todos nos convoca: Justicia y ser felices, especialmente si los que nos representan, vienen de abajo y con ello muestran que se puede.
La empresa Ultraport ha tomado venganza contra algunos trabajadores por la huelga que terminó con la compra de un derecho irrenunciable como es la media hora de colación y descanso. Ellos tienen una lista de más de 60 trabajadores a los cuales no admiten en sus instalaciones, en circunstancias que esos terreno ni son de ellos, pues es una concesión, es decir un arriendo del Estado de Chile a los alemanes Von Appen, quienes montados en la faramalla del multi RUT, poseen una enganchadora llamada Ultraport para contratar personal para sus faenas.
El nuevo gobierno, representante del Estado para estos menesteres, como dueño de los puertos o de los terrenos donde estos se han construido, debiese obligar a que no existieran tales abusos y escuchar lo que hay tras reclamos como el de Marcos Cuadra: “Nos tratan como Animales”, pero no se oye “Padre”.
Al menos se espera que la Ley Corta que presentarán al Parlamento con carácter de urgencia, contenga, precisamente las reivindicaciones que los trabajadores vienen exigiendo desde hace más de ocho años y de las cuales esta empresa, en particular, como lo denuncian los ayunantes, ha hecho una práctica oficial, es decir: atropello a los derechos como personas, como trabajadores sindicalizados e incluso como huelguistas. Todo ese abuso organizado, ha sido ratificado por los tribunales que han condenado a la empresa alemana Ultraport de Von Appen, por prácticas anti sindicales.
Como siempre los tiempos se agotan y el gobierno debe saber operar en este caso, las empresas extranjeras como las que se mencionan en esta nota no pueden quedar sin sanción y sin respetar el estado de derecho, los trabajadores tenemos pocos derechos, pero los tenemos y estos se deben respetar porque somos los padres de este terruño y porque simplemente buscamos justicia y ser felices, porque esa es la razón que nos hace emocionarnos al escuchar nuestro Himno patrio, tanto como cuando demandamos lo justo y ganamos nosotros “los más sencillos”, pues aunque sabemos que así será, el esfuerzo tiene su mérito colectivo, por eso nos llamamos Compañeros..
Jorge Bustos
Conflictos y Solidaridad
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