Pável Guíñez Nahuelñir, sociólogo mapuche: Forjamos nuestro espíritu en el acero indoblegable del orgullo que nos legó la palabra de nuestros abuelos y abuelas.

Mirando hacia dentro.

Reflexiones en torno a la militarización como promesa de paz Wingka.

Por Pavel Guiñez Nahuelñir.

            Chumngechi üzejefeli rume,

Chumngechi bagümjefeli rume

Antü reke wiño tripatripangetuan.

Zoy pepiluway ñi piwke, ñi zoy ngulam

Ñi mongen

Tayu mongen, ta iñ mongen

(Mapuche Ulkantun)

 

Aun si me odias de muchas maneras

Aun si me matas de muchas formas.

Al igual que el sol volveré a salir dia a dia,

Y estará cada vez más preparado mi corazón

Para fecundar mi vida,

Nuestra vida (la de los dos), la de nuestras vidas.

(Canto Mapuche)[1]

 

 

No diré nada nuevo en estas líneas, no serán estas, las líneas que cobijen las soluciones y las recetas que la cosmovisión Wingka busca en cada palabra, en cada escrito leído, para eso lee, para buscar soluciones. Estas líneas serán para entender(nos) nosotros, desde nosotros, con nuestra profundidad, nuestro conocimiento, nosotros los Mapuche en los tiempos difíciles que se avecinan, serán difíciles sobre todo porque nos encuentran lejos y cegados de nuestro Kupan y nuestro Tuwun, serán difíciles porque el pensamiento se encuentra arremolinado y, serán varios y varias las hermanas que como el fruto que cae y se encuentra lejos del árbol y su raíz, creerán que nada se puede hacer, que nos golpea la impotencia en la cara y que mañana es otro día de trabajo, incluso habrán los que mirándose al espejo creerán no ser parte de esto, pero la sangre tira, tarde o temprano, tira.

Nosotros y nosotras, pu wariache, somos Mapuche hijos de la guerra, del despojo, de las violaciones, torturas y muertes, hijos e hijas de los campos de refugiados que el Estado de Chile construyó entre 1860 y 1890 en el sur del rio Bio-Bio. Forjamos nuestro espíritu en el acero indoblegable del orgullo que nos legó la palabra de nuestros abuelos y abuelas. Hemos visto y tenemos impregnado en las venas, en la cara y en las manos, el recuerdo imborrable de todas las vidas todas de nuestros futakecheyem, del futakimun y el futarakizuam, que en nuestra morenidad echa raíces, somos hijos e hijas de un contexto que representa una ínfima parte de nuestra historia como pueblo, es la enésima vez que vemos a los perros rabiosos del gobierno Wingka echar espuma por la boca, no nos vencerán.

Cuando en Alto Bio-Bio, el ejército Chileno asesinó a la totalidad de Pu Machi en las piedras que recuerdan constantemente esa macabra historia, cuando el ejército chileno, internado en territorio mapuche, quemaba las rukas con familias completas en su interior con el único objeto de robar y hacer limpieza étnica, cuando el mismo ejército, políticos  y empresarios de los albores de 1900 baleaban y violaban a mansalva para robar tierra, animales, niños y niñas. La respuesta nuestra fue la misma que hoy temen. Probablemente cuando Janekew, valerosa toki mapuche,  asesinaba invasores a diestra y siniestra hasta hacerse de fama en el Ngulumapu por su valor y dureza, probablemente pensaba, tal como nosotros, en su familia asesinada por el ejército español frente a sus ojos, en su ruka, quemada.

Nosotros y nosotras, hemos vivido en la violencia sistemática, organizada y pensada para aniquilarnos, nos encerraron como trigo en un costal, en ciudades, en escuelas, en ellas nos han contado una sola historia, la de los supuestos vencedores, blancos, hombres, extranjeros y europeos, nos golpearon de pequeños, nos hicieron hincarnos en semillas de trigo, porotos o garbanzos por horas, nos arrancaron de nuestras rukas para olvidar quienes somos y así, asumir un destino ajeno bajo la pena del flagelo, que cuando se creyeron vencedores y dormían seguros de su invasión en tierra ajena, la madre, nuestra madre se encargó de enseñarles que quien juega con fuego, amanece quemado. Los equilibrios se restauran y la justicia Mapuche, llega.

Hoy, el Wingka enarbola discursos grandilocuentes y llamados a la unidad general para hacer frente a la violencia, frente al homicidio y el asesinato, todos absolutamente todos, desde los sectores que encarnan distintas “ideologías”, de todos los partidos con representación parlamentaria y de quien se quiera arrimar a este llamado poniéndose al lado de algún precandidato, incluso de amplios sectores autodenominados “revolucionarios” cuyo cálculo político exacerbado los empuja a condenar, bajo una moralina colonial, y sumarse al llamado de una ciudadanía falsa que quiere vivir en paz. Claro está, la paz de los grandes proyectos económicos, del robo previsional y educacional, de la salud, la paz del sueldo mínimo, del hambre, de la oscura y mohosa humedad, de la pulmonía que trae la pobreza, en definitiva, la paz de la resignación propia del esclavo, del perro apaleado, y ni nosotras, ni nosotros somos perros ni esclavos. Somos los guardianes de la historia y la historia no muere jamás.

Hoy el Wingka cierra filas tras la muerte, se horroriza ante el asesinato de uno de los suyos, sin embargo como dijo la Longko Juana Calfunao, jamás el Wingka cerró filas contra Walter Ramírez, o contra Marco Aurelio Treuer, asesinos y homicidas ambos. Para nosotros tal parece, no existen los derechos humanos, ni del niño, ni de la mujer, ni siquiera los sectores más “revolucionarios” que dicen estar con nosotros dan cuenta de esta situación, y callan, y el que calla otorga, y así las federaciones estudiantiles otorgan, los sindicatos, colectivos y organizaciones de cualquier tipo otorgan, los colegios profesionales otorgan también, tal como otorgaron cuando callaron la agresión de la policía a los niños mapuche afuera del hospital de Collipulli (no era tan terrible maltratar a los “indios”), otorga al gobierno de turno con su silencio sepulcral, silencio extremadamente notorio después de semanas de festinar con la estudiantil toma de la Universidad del Mar y celebrar el “control administrativo” de los estudiantes.

Lo que pasa creo, es que el Wingka cierra filas tras su propia culpa y sus miedos, cierra filas tras su ignorancia y su hipocresía que cubre con un velo de amenazas y de autoridad física e intelectual que le dé la altura que su propia historia plagada de vergüenzas le es incapaz de dar, autoridad desprovista de legitimidad para nosotros, cierra filas tras la muerte. Pero nosotros y nosotras, no morimos aunque nos maten, no morimos porque renacemos con la tierra, con la lluvia, con las fuerzas y energías de los antiguos que nos habitan y nuestro legado siempre tiene un fogón al que llegar.

El gobierno, fiel a la figura Portaliana, se sube a las carabelas colonizadoras y desde la “Santa María” ofrece una suculenta zanahoria colonial, comida para los hambrientos, ofrece bonos familiares, prioridades de asignación, becas y áreas de desarrollo, ofrece alianzas con empresas para comercializar productos, a cambio de resignación, sometimiento y olvido. Al mismo tiempo, desde “La Niña” y “La Pinta”  se articula un esquizofrénico plan de emulación sionista para combatir el terrorismo de su imaginada Palestina sureña, aparatos de inteligencia, dotaciones de fuerzas especiales, carabineros, incluso el Wingka no escatima esfuerzos para articular unidades especiales antiterroristas. Si yo fuera Chileno me preocuparía del resultado que tendrá esto para mis futuras reivindicaciones…

El conflicto que el Estado de Chile mantiene con la nación Mapuche, puedo asegurar que no acabara con esta arremetida bélica, que no es la primera, pero si espero sea la última, aunque sea el mayor deseo de quienes viven a expensas del trabajo ajeno, no es un problema de tierras solamente,  ni de reconocimiento constitucional, ni mucho menos es un problema de unos pocos como anuncia el hiperventilado y patético Chadwick, tampoco se resolverá mediante la “plena integración a la vida social y económica de chile” como plantea Lavín, quien acto seguido promete “total respeto a la cosmovisión, lengua y cultura Mapuche” en un acto de franca esquizofrenia o demencia senil. Quien entiende la cultura Mapuche, incluso quien intuye algunos valores medulares del Pueblo-Nación Mapuche,  sabrá que las alocuciones del ignorante Ministro de Interior son totalmente contradictorias con las declaraciones del Ministro de Planificación, no puede existir respeto con tanta violencia auspiciada por el estado, no puede “simplemente” existir voluntad para conversar, ya nos traicionaron en 1860, eso, no volverá a ocurrir.

Por otro lado, existe una necesidad inherente al pueblo Chileno y sus organizaciones, que es de una vez por todas dejar el quietismo frente a este tema, es una invitación a sacarse las anteojeras y los pavores con los que nos miran, es a pronunciarse haciendo cargo de sus palabras, es esforzarse a comprender nuestra cultura, y comprender al mismo tiempo que nosotros no cabemos en las clasificaciones binarias izquierda-derecha con las que miran el mundo, ni en la homologación de estructuras de clase a replicar a la interna de la sociedad mapuche bajo análisis marxistas mecánicos, son precisamente los procesos inversos los que deben ocurrir, sin dejar de lado los elementos útiles a la causa de liberación nacional de los pueblos, como leí por ahí alguna vez, no se trata acá de “chilenizar al Mapuche” sino de “mapuchizar al Chileno”.

Finalmente, esta tormenta acabara pronto, y debemos tener confianza en que nuestro wampo no naufragará en esta coyuntura particular, de nosotros y nosotras depende hacer realidad nuestras posibilidades, fraguar nuestra autonomía, descolonizar nuestro pensamiento, ejercer nuestra soberanía es un proceso que comenzó ayer y requiere de práctica, de reflexión, conversación, defensa y enfrentamiento, requiere recuperar Ta iñ kimün, iñ rakizuam, iñ dungu,  iñ feyentun ka taiñ weichan, requiere que recuperemos nuestra historia familiar, que desbrozemos el camino para que nuestros hermanos que han perdido sus raíces, puedan volver y rehacer el camino que el Wingka le obligó a recorrer de noche,  huyendo, pero también requiere asegurarnos el pan, por otro lado el pueblo Chileno tiene su proceso propio, paralelo, de ellos depende agilizar sus fuerzas y construir su propia alternativa que dignifique sus vidas, una alternativa respetuosa, solidaria y en dialogo constante, nosotros estamos avanzando en la recomposición de nuestro Wallmapu. Somos los Pu Ngürü (zorros) que recorren la tierra de nuestra cuarta historia en silencio, lo que está naciendo nos permitirá ser como el sol que vuelve a brotar todas las mañanas, la lucha por recuperar nuestra autonomía intelectual, económica, política, cultural entre otras muchas categorías, está unida intrínsecamente a la lucha por recuperar la base material que da sustento a nuestra ritualidad cotidiana, a nuestro “ser”, nuestro existir, hablo de esta, nuestro territorio, nuestras historias lo reclaman a diario, y nuestros brotes nos lo exigen,  esta lucha ha comenzado y no hay forma de detenerla. Marrichiwew.

SIC Noticias.



[1] Nahuelpan Moreno. Hector En “ta iñ fijke xipa rakizuameluwün”, ed. Comunidad de Historia Mapuche.

About SIC Noticias

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *